El
20 de octubre de 1956, el P. Gonzalo Bueno y el P. Agustín Falceto,
llegaban a nuestro país enviados por San Josemaría Escrivá a iniciar la
labor apostólica del Opus Dei en Uruguay.
Para
dar gracias a Dios de tal acontecimiento, el pasado 20 de octubre se
celebró en la Catedral Metropolitana una Misa que fue presidida por el
Arzobispo de Montevideo, Cardenal Daniel Sturla.
Al final de la ceremonia, el P. Gonzalo hizo un pequeño resumen de la labor del Opus Dei en sus primeros 60 años en el Uruguay.
Un completo reporte de la Misa, incluyendo la homilía del Cardenal Sturla pueden ser leídas en el sitio de la Iglesia Católia de Montevideo, haciendo click aquí.
P. Gonzalo Bueno |
En días previos a la ceremonia, el P. Gonzalo recordaba:“Cuando trato de evocar aquellos primeros años en Uruguay, se hace más evidente la protección de Nuestra Señora, la Virgen María, movida por la oración de San Josemaría. Nuestra tarea era muy clara: hacer el Opus Dei en Uruguay; los medios que teníamos que poner, también: rezar mucho, conocer gente, instalar el oratorio y la sala de estudio. Recuerdo, como si fuera hoy, en qué concretó el P. Agustín lo más urgente y eficaz: “Empapemos las paredes de la casa con jaculatorias –con oraciones sencillas y abundantes, que salen del corazón-, que así, cuando comiencen a venir los jóvenes, se les pegarán”...
"Zarpamos con el P. Agustín Falceto, en un barco repleto de emigrantes, desde Cádiz. En las dos semanas de travesía, conocimos a mucha gente nueva con la que compartimos el viaje. Recuerdo por ejemplo a dos chicos jóvenes. Se consideraban ateos, pero llegaron a ser buenos amigos nuestros. Siempre se mantuvieron en sus posiciones. Sin embargo, a la hora de despedirnos, uno de ellos nos pidió el Evangelio; el otro, también emocionado, decía: “Les deseo mucho éxito en la labor apostólica que harán en Uruguay. Aunque le extrañe: de verdad se lo deseo. ¡Mucho éxito!”
El P. Gonzalo Bueno y el P. Agustín Falcetoal día siguiente de su llegada , con el P. Ricardo Fernández Vallespín. |
“Unos días después avistábamos las costas uruguayas, y luego la ciudad de Montevideo. Era de noche; me hubiera gustado divisar tierra desde lejos, a la luz del día, pero así era igualmente bonito. Era bonito sobre todo por lo que nos espera en el puerto: dos familias amigas, a pesar de la hora avanzada, aguardaban por nosotros.”
“A la una de la noche entrábamos en la casa. En el vestíbulo, sobre el único mueble, nos fijamos inmediatamente en un ramo de flores y en un pequeño cartel que decía: Bienvenidos. Qué pronto no quepan en la casa”.
“A la una de la noche entrábamos en la casa. En el vestíbulo, sobre el único mueble, nos fijamos inmediatamente en un ramo de flores y en un pequeño cartel que decía: Bienvenidos. Qué pronto no quepan en la casa”.
Recuerdo muy bien aquellas primeras tardes en Montevideo. Tardes de trabajo callado y de oración, como el sembrador espera los frutos que se acercan. Ya soñábamos con la semilla que crece en silencio, y saldrá a la luz cuando Dios quiera. La esperanza era firme, nos sentíamos muy acompañados por San Josemaría y por las personas del Opus Dei que en todo el mundo rezaban por nosotros y por los comienzos en estas tierras.”
La labor apostólica en Uruguay contó en todo momento con la oración y el impulso de san Josemaría, manifestado, entre otras cosas, en sus cartas llenas de afecto. El 8 de mayo de 1957, Agustín Falceto y Gonzalo Bueno tuvieron una grata sorpresa; en una de las cartas que habitualmente les enviaban desde Roma, san Josemaría había añadido de su puño y letra:
“Queridísimos, que Jesús me guarde a esos hijos. Muy contento con vuestro trabajo y por el cariño que mostráis al Colegio Romano de la Santa Cruz. Una felicitación muy cariñosa, por su santo, a Gonzalo. Para los dos, un fuerte abrazo y la bendición de vuestro Padre.” .
Aunque pasaban por graves necesidades económicas, no habían dudado en enviar a Roma un generoso donativo que habían recibido, para ayudar a sacar adelante la construcción del Colegio Romano.
En una carta de junio de 1963 les confiaba: “Queridísimos: que Jesús me guarde a esos hijos. No sabéis cuánta alegría me dan vuestras cartas. Os encomiendo continuamente y estoy seguro de que el Señor y la Santísima Virgen seguirán bendiciendo vuestra labor. Rezad por mí. ¡Cómo me gustaría ir a veros! Os bendice cariñosamente vuestro Padre” .
En una carta de junio de 1963 les confiaba: “Queridísimos: que Jesús me guarde a esos hijos. No sabéis cuánta alegría me dan vuestras cartas. Os encomiendo continuamente y estoy seguro de que el Señor y la Santísima Virgen seguirán bendiciendo vuestra labor. Rezad por mí. ¡Cómo me gustaría ir a veros! Os bendice cariñosamente vuestro Padre” .
San Josemaría no llegó a cumplir su deseo de visitar Uruguay. Cuando estuvo en la Argentina del 7 al 28 de junio de 1974, más de trescientas personas viajaron desde Uruguay para conocerlo.
Antes de 1974, muy pocos uruguayos conocían a san Josemaría. Para quienes pertenecían al Opus Dei, el encuentro con él les llevó a reafirmarse en su decisión de ser. Para otros, fue el inicio de la llamada a vivir la vocación cristiana en el Opus Dei. En cualquier caso, para todos supuso una confirmación en las verdades perennes de la fe católica.
En efecto, cuando en 1975 san Josemaría se fue al cielo, el Opus Dei ya era bien conocido en el país. Los cursos de Secretariado que se impartían en el Colegio del Plata tenían reconocido prestigio. Por lará y la Residencia Universitaria Montefaro, que había comenzado en 1972, habían pasado centenares de personas, así como por la Residencia Universitaria Mar, que había abierto sus puertas en 1967 a jóvenes universitarias. En el interior del país, mujeres y hombres que conocieron el espíritu del Opus Dei siendo estudiantes en Montevideo, lo extendieron entre sus familias y amigos.
Antes de 1974, muy pocos uruguayos conocían a san Josemaría. Para quienes pertenecían al Opus Dei, el encuentro con él les llevó a reafirmarse en su decisión de ser. Para otros, fue el inicio de la llamada a vivir la vocación cristiana en el Opus Dei. En cualquier caso, para todos supuso una confirmación en las verdades perennes de la fe católica.
En efecto, cuando en 1975 san Josemaría se fue al cielo, el Opus Dei ya era bien conocido en el país. Los cursos de Secretariado que se impartían en el Colegio del Plata tenían reconocido prestigio. Por lará y la Residencia Universitaria Montefaro, que había comenzado en 1972, habían pasado centenares de personas, así como por la Residencia Universitaria Mar, que había abierto sus puertas en 1967 a jóvenes universitarias. En el interior del país, mujeres y hombres que conocieron el espíritu del Opus Dei siendo estudiantes en Montevideo, lo extendieron entre sus familias y amigos.
El P. Gonzalo y el P. Agustín hoy. |
En 1975, se adquirió la casa de retiros La Cantera. Poco después empezó el Centro de Estudios Miradores. En los años siguientes se abrieron centros culturales en otros barrios de Montevideo. En 1978, se pusieron en marcha colegios impulsados por padres de familia; en 1990, el Centro Asistencial de Desarrollo Integral (CADI) y el Centro Los Pinos; en 1995, empezaron la Escuela de Gastronomía y Hotelería del Plata y tantas iniciativas más que, impulsadas por el espíritu de san Josemaría, dan frutos abundantes de vida cristiana y de formación profesional cualificada en el Uruguay.
En 1986 un grupo de profesionales, entre ellos algunos miembros del Opus Dei, iniciaron el Instituto de Estudios Empresariales de Montevideo las actividades de carácter académico se ampliaron en años posteriores: Derecho, Estudios empresariales, Economía, etc. Desde el principio los promotores solicitaron que atendiera la formación cristiana de los alumnos. En 1995, el gobierno uruguayo dictó un decreto con el que se establecía un marco normativo que permitiría la creación de universidades no estatales. El 29 de abril de 1997 la Universidad de Montevideo fue reconocida oficialmente.