Debido a la imposibilidad de realizar reuniones públicas a causa de la epidemia de COVID-19, en esta página les hacemos llegar dos audios con meditaciones del P. Agustín Sapriza así como el examen del retiro correpondiente al mes de abril.
De lunes a viernes de 17,30 a 19,00 hay sacerdotes en el Santuario para atención personal, y recibir confesiones.
Primera meditación
Segunda meditación
Examen:
1.
«Quédense
aquí y velen conmigo» (Mt 26,38):
Jesús nos invita a unirnos a su oración y entrar en sintonía con su Corazón. ¿Me
ilusiona permanecer junto a Él en los ratos de oración en estos momentos de
dolor, y así experimentar su consuelo?
2.
«Y
adelantándose un poco, se postró rostro en tierra mientras oraba diciendo:
Padre mío, si es posible, aleja de mí este cáliz; pero que no sea tal como yo
quiero, sino como quieres tú» (Mt
26,39). ¿Busco en la oración las fuerzas para identificarme con la voluntad de
Dios, especialmente cuando no entiendo el porqué de lo que ocurre en estos días
de pandemia?
3.
“Que se haga
tu voluntad”, decimos en el Padrenuestro (Mt 6, 10). ¿Lo rezo con atención?
¿Procuro unir mi voluntad a la de Dios Padre, siguiendo el ejemplo de
Jesucristo?
4.
«Si alguno
quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga» (Mt 16,24). ¿Estoy convencido de que
tomar mi cruz –las cosas que me cuestan– implica cumplir, con la fuerza de la
gracia, el pequeño deber de cada instante?
5.
Tú has
hecho, Señor, que yo entendiera que tener la Cruz es encontrar la felicidad, la
alegría (Notas de una
meditación, 28-IV-1963). ¿Pido al Señor que me ayude a mantener o recuperar la
alegría cuando noto en estos días el peso de las dificultades? ¿He aprendido a
sobreponerme al espontáneo sentimiento inicial de rechazo ante el sufrimiento?
6.
¿Encuentro en
las incidencias de la convivencia en familia que estos días se ha hecho más
intensa, una ocasión para amar y servir a los demás con alegría?
7.
Quédate
con nosotros, porque nos rodean en el alma las tinieblas, y solo Tú eres luz, solo
Tú puedes calmar esta ansia que nos consume (Amigos de
Dios, n. 314). ¿Estoy convencido de que el Señor camina siempre conmigo y
nos ayuda a entender lo que pasa? ¿Le pido también que, junto a Él, me ayude a
ser luz para los demás?
8.
«Vino Jesús,
se presentó en medio de ellos y les dijo: –La paz esté con ustedes. (…) Al ver
al Señor, los discípulos se alegraron» (Jn
20,19-20). ¿Descubro a Jesús en medio de las contrariedades, y dejo que me
inunde su gozo y su paz? ¿Transmito la serenidad de quien se sabe acompañado
constantemente por el Señor?
9.
¿Se dar esperanza a los más ancianos y
enfermos de mi familia con amor? ¿Les ayudo a entender la fecundidad de su
dolor ofrecido a Dios? ¿Me ilusiona mostrar a los demás de mi familia, con mi
ejemplo, la alegría de acompañar a los más necesitados?
10. “Luego dijo al discípulo: Aquí tiene a tu madre”
(Jn 19, 27). ¿Acudo a Santa María para vivir con alegría sobrenatural, en el
dolor o en la enfermedad? ¿Sé que me quiere como si fuera su único hijo en este
mundo? ¿La trato con frecuencia?